Rosaura Castán ha tenido poca suerte en la vida. Desde muy joven aprendió a vivir sola; tuvo un hijo, Adrián, fruto de una relación esporádica y a quien quiere con toda su alma. Cuando el joven aparece asesinado en un parque de Madrid, Rosaura, literalmente, enloquece de dolor, hasta el punto de que, ciega de ira, arrolla con un coche a un joven conflictivo al que todo apuntaba como el autor del homicidio. Rosaura es llevada a juicio y condenada a prisión por la muerte de un inocente. El asesino de su hijo sigue libre, así que su única obsesión, cuando obtenga su primer permiso penitenciario, será encontrar como sea al verdadero culpable del crimen. |