A lo largo de la historia el feminismo siempre se ha nutrido de las aportaciones de madres y hermanas ideológicas. La dictadura franquista impidió su recepción durante muchos años. A finales de los sesenta y principios de los setenta, con la supuesta «liberalización» de la censura, se publicaron en Barcelona los ensayos fundacionales del feminismo moderno de Simone de Beauvoir y Betty Friedan. Más adelante, en tiempos de auge editorial y de emergencia de los movimientos sociales y culturales de las mujeres, llegaron obras de otras madres simbólicas extranjeras, como Alexandra Kollontai, Christine Delphy, Shulamith Firestone, Luce Irigaray, Carla Lonzi, Juliet Mitchell o Valerie Solanas. Todas aportaron ilusión, vigor y fuerza nueva, teórica y vital. El feminismo contemporáneo es deudor directo del activismo de los setenta y ochenta y de sus textos fundamentales, originales y traducidos, que ahora vuelven a ser fuente de inspiración. Este libro pretende visibilizar que, en el segundo franquismo y en el postfranquismo, la traducción jugó un papel decisivo, no sólo para feminizar el canon y para poner fin al modelo nacionalcatólico de la feminidad subordinada, sino también para forjar un sentimiento político transnacional, la sororidad, este vínculo que une mujeres de aquí y de allí, y que hoy, cincuenta años después, está más vivo que nunca |