Siglos atrás, el Almirante sedujo con sus palabras a la reina de Castilla; a cambio le entregó un nuevo mundo. Con su novela, Rodolfo Alpízar intenta hacer lo mismo con los lectores y les entrega, por su tiempo y su atención, un caudal de placer intelectual y estético. Con una bien pensada estructura de peripecias y sucesos, respeto por los ambientes y la época, humor, ironía, erotismo y, sobre todo, una magistral utilización del lenguaje, ante el lector se alternan dos Bartolomé de las Casas, uno tenido por traidor a la madre patria; otro conmovido por la barbarie, embargado por tensiones interiores, dedicado en cuerpo y alma a la defensa de los pueblos indígenas y luchando por los verdaderos valores del cristianismo. Por ello ha conocido, durante siglos, admiradores fidelísimos y detractores implacables. Unos y otros encuentran eco en esta novela. |