El deseo sexual, y su representación divina como Eros, Kama o Amor, fueron elevados a fundamento de la creación y la conservación del cosmos en las cosmogonías de los Vedas y los Upanishads, en la Teogonía de Hesíodo y en las metafísicas de Empédocles y Heráclito. Lo mismo en los rituales del Oro Santo de las civilizaciones chamánicas del Amazonas, como en la metafísica del tantrismo, el budismo y el taoísmo; la unión sexual de dos cuerpos y dos almas se ha comprendido como una metáfora de la unión del cielo y la tierra, de la conciliación de los antagonismos y de la alianza de los contrarios |