Son las nueve de la mañana, y Satu regresa a su apartamento en la Calle del Pez tras un infernal turno de noche en el hospital. Dicen que no hay noche buena, pero esta ha sido especialmente mala... tanto, que al llegar no sabe si desayunar o cenar, si ponerse la crema de día o la de noche, y su melatonina está a punto de hacer las maletas y buscar otro cuerpo con horarios normales.Y es que, como toda enfermera, sufre un descontrol horario que le hace vivir en un jet lag que trata de solucionar con litros de café. Hay quien dice que beberlo alarga la vida. Si esto es cierto, entonces nuestra Satu será inmortal. Si antes no acaba con ella ese pitido machacón que emiten las bombas de suero y que le impide conciliar el sueño esta mañana: “bip, bip, bip, bip”. Querida Satu, ¿los goteros han dejado de pitar?Tras conquistar a miles de lectores llega una nueva entrega de nuestra querida Florence nightingale de las redes sociales, más saturada y desatada que nunca |