Aparecida por primera vez en 1964, esta novela prosigue el soliloquio narrativo iniciado con Zama en 1956 y que se prolongará en Los suicidas, publicada en 1966, formando un sistema tácito que se propone representar el mundo (...). Del abandono cósmico de Zama al inventario metódico de las circunstancias y de las razones que pueden legitimar el suicidio, el hombre de Di Benedetto vive acorralado por el ruido destructor del mundo. Y el silenciero –neologismo admirable que ilustra la precisión conceptual de Di Benedetto y su capacidad para aprovechar las delicadas evocaciones del habla–, ese personaje sin nombre encerrado en su universo persecutorio, que solo logra eternizar la tortura cuando decide neutralizar sus causas, es una figura eminente entre las muchas que se perfilan en el paisaje inconfundible de sus relatos. |