EL QUIXOTE, CERVANTES Y AVELLANEDA |
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$ 21.00
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Por ejemplo, ¿Quién fue Cervantes? En la respuesta que de inicio nos da Alarcón Correa, surge ya la admiración, o la polémica. Centra en la identificación del autor las raíces del significado su obra. Y aclara de entrada que don Miguel no fue un mediocre, ni un pendenciero, ni un fugado, ni siquiera se pareció (en la mental) a su personaje don Quijote. Que realmente fue un Hidalgo con tierras y castillo propios, estudiante en Salamanca y en Madrid, dominante por lo menos de seis idiomas (latín, francés, inglés, italiano, valenciano-catalán y árabe), manco de verdad, y con una profesión muy aneja a los libros. Muy lector de todo lo permitido y lo prohibido de su tiempo. De inmensa cultura, equilibrado mental y socialmente. Que despreció la gloria, el éxito y el dinero. Que fue humilde, nada envidioso, nada rencoroso, cristiano a carta cabal y paciente en la adversidad, defensor de los indios y de los jesuitas. Y algunas otras cosas que le construyen con una personalidad no muy diferente de la hasta ahora conocida, pero más sólida. En la definición de Don Quijote, el autor de este libro aporta ya novedades sorprendentes. Porque la intención primera, y única, del autor, de buscarle una y mil cifras, significados a los nombres, y ocultas intenciones a la secuencias y aventuras, reconstruye un nuevo personaje, y un mensaje que nos hace abrir mucho lo ojos. Una y otra vez. Porque cada página ofrece horizontes nuevos. También tomado de su pluma, esta es la razón que Alarcón Correa nos da del Quijote: que es un libro hecho persona. Un Caballero Andante que es a su vez un libro. Y que no es un caballero de carne y hueso, sino de papel e imprenta. Define a don Quijote como un personaje que no se ocupa de las ideas sino del papel y tinta de los libros. Que acude en socorro de los libros maltratados. En definitiva, es un libro cifrado. Para dar una somera idea de por donde camina este libro, y de donde sale esa primera definición de “libro cifrado”, nos atrevemos a recoger el primer dato de algunos nombres de personas, raros de por sí, e inventados por Cervantes, que contienen las letras necesarias para una cifra en las palabras vecinas. Todos los nombres raros están cifrados. Por ejemplo: Pandafilando, Tosilos, Antonomasia, Micomicona, Cirongilio, Alifanfaron, Clenardo, Morrenago, Caraculiambro, etc. Los nombres de personajes como el Gran Capitán también están cifrados: es Colón la cifra del Gran Capitán. Y lo están los números que usa. Por ejemplo, Alarcón nos indica (entre otros muchos) que los numerales de los capítulos tiene mensajes añadidos: Que el XVI es la llegada a Trento, el XXIII alude a la predestinación en la Suma Teológica, el XXIX la llegada a América, y el XLIV alude a unos cuatros que hay en la portada y que forman parte del escudo del impresor. En la segunda parte el capítulo 59 se referiría a los autos de Fe de 1559 y el capítulo LXIII imita la clausura del Concilio de Trento en 1563. Por ejemplo, los cinco capítulos dedicados a Argel son expresión de los 5 años que el autor pasó en sus cárceles. |
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