Tiene el solitario toda la luz dentro, por eso se convoca a noche perpetua sin dejar nunca de amanecer. Núbil vive en el astro quieto de su sueño, hundido su corazón en latitud sin orillas. Exiliado fiel a su propio destino mide lo infinito mediante latidos, y redime tanta ausencia con un adviento de sombras en calma. Abre surcos el pensamiento del solitario hasta tocar el embrión de lo iluminado, y cada uno de sus deseos se consuma en la vigilia con pulso de un hondo ser sin nadie. Desclavado de cualquier respiración sabe llenar su pecho de mareas silenciosas, y su meta está siempre en la partida. Sin firmamento se desnuda el solitario mientras es amado por lo que no existe. Su destino es renacer en la sorda transparencia del olvido. |