Se aborda la poesía como tema de sí misma: Ya es hora de que la poesía sea tema de sí misma. El sujeto poético no se expresa en primera persona, sino que el yo ha sido sustituido por el pintor ciego, como mejor forma en que pueda referirse y hablar de sí mismo el poeta: Porque yo pinto también la extrañeza/de mi propia ausencia;/ y voy corriendo el fondo,/ donde florece la posidonia,/ como un sillón forrado de damasco. Se sostiene que es condición indispensable, para la transformación y evolución del ser humano y la literatura, la renuncia al poder. El poder no deja escribir: En la historia de la humanidad/sólo es interesante/la renuncia al poder./¿Y acaso no consiste en ello/la literatura;/ en renunciar al poder:/ es decir, al miedo? Retornan a estos poemas la humanidad y el humanismo como un pariente lejano. Y la edad del mundo, como entendimiento y ciencia de la vida parecida a una pensión con encanto, está representada por dos amantes tardíos -¿pertenecían a una etapa anterior/o eran precursores de una nueva vida?- que terminan convirtiéndose en hermanos; se trata de los expoetas habitantes de un paisaj |