En el “El óxido de la luz” Pablo Malmierca realiza una búsqueda personal del absoluto y se adentra en el concepto de verdad a través de la mística negativa. Como Derrida, Malmierca muestra su fascinación por las potencialidades del lenguaje en el esfuerzo por acercarse a lo que es propio de Dios, teniendo en cuenta que todo lenguaje predicativo es inadecuado a la esencia y a la hiperesencialidad, y en consecuencia sólo con una atribución apofática se puede pretender una aproximación e Él. “La miseria es confesar/ la sed de luz, cuando es la oscuridad / a la que imploran los deseos”. |