EL MODO DE MIRAR : ESTUDIOS SOBRE RAFAEL ALTAMIRA |
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En este libro, lector, encontrarás agavillados dieciséis estudios sobre la obra literaria y crítica de Rafael Altamira (1866-1951), así como acerca de las relaciones entre éste y distinguidos contemporáneos con quienes se carteó estableciendo un intenso diálogo ideológico en que descuellan los principales hitos del pensamiento del alicantino y también del ideario de sus coetáneos. Podría decirse que la escritura de Altamira llegó a abarcar todas las novedades estéticas e ideológicas que fueron sucediéndose desde la Restauración hasta la dictadura de Franco. Su curiosidad insaciable y el gusto por la lectura y el intercambio de pareceres con quienes él consideraba que tenían algo que enseñarle convirtieron su obra en una suerte de enciclopedia donde cabían todos los saberes y todas las reflexiones. Entendiendo que la sabiduría, más que derechos, da al hombre que la posee obligaciones, defendió sus ideas sin menospreciar las de sus oponentes, mostrando siempre una tolerancia envidiable. El libro que ahora tienes en tus manos, lector, se ha escrito con la voluntad de presentar diferentes miradas sobre los aspectos más relevantes de la obra de Altamira. Hemos querido, en este sentido, emular el criterio del maestro a la hora de emitir juicios sobre los variados asuntos que estudió. Ferviente admirador de Maupassant (1850-1893), Altamira, al tratar sobre el novelista francés en un artículo de 1892, reparó en las palabras de Flaubert recordadas en el esplendente prólogo de Pierre et Jean (1888) titulado «Le roman»: «Hay que mirar las cosas durante largo rato y con atención suficiente hasta descubrir en ellas un aspecto que nadie haya visto, que nadie haya descrito antes». Maravilló a Altamira la facilidad con que Maupassant impregnaba de novedad toda observación por manido que fuera el asunto abordado. Un mes antes, los aficionados a Altamira habían tenido ocasión de leer el artículo titulado «La literatura y las ideas», en que desarrolla el mismo parecer a propósito del debate suscitado sobre el naturalismo y el realismo. Tras repasar diferentes argumentos de signo opuesto, Altamira se propuso abordar una «cuestión nueva», pero la novedad radicaba solo en la manera de interpretar y estudiar los hechos. «Hemos proclamado ―afirmó― una preceptiva nuevecita, hemos engrandado los procedimientos, hemos vuelto la cara sin miedo hacia la Naturaleza y la realidad». La idea machacona de lo novedoso hace palidecer otro tipo de consideraciones. Y concluye opinando que las novelas deben tener alma, y sus creadores estar pertrechados de sus propias ideas, «su punto de vista», expresión que subrayó el propio autor. Además de las propias, el novelista debe percatarse también de las ideas que llevan en sí las cosas. Da como ejemplo el presidio, que puede suscitar «lo mismo concupiscencias y malos pensamientos que la preocupación del problema penitenciario y correccional». Todo, en definitiva, depende del modo de mirar. |
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