Desde que aquella vez entramos en la biblioteca de don Quijote para averiguar las razones de su locura, y nos vimos sorprendidos por libros que poco tenían que ver con los de caballería, que en teoría le habían vuelto el juicio —poesía, cancioneros, epopeyas, novelas pastoriles—, los libros y las bibliotecas han poblado las narraciones que nos han hecho vivir, morir, tal vez soñar... Ha habido libros que solo servían de adorno y otros que, como talismanes, acompañaron en vida y muerte a sus dueños; bibliotecas liberadoras, refugio de desdichados, y otras, en manos inclementes, perturbadoras del género humano; ha habido bibliotecarios fanáticos, pero también amparo de pobres y consuelo de afligidos... Hubo libros, hubo bibliotecas, noche primera. Las que parecían dignas de «felice recordación» por su hechizo, su rareza, su simpatía, su capricho o sencillamente su obviedad están en este libro. |