Como sistema de protección, el Derecho se dirige a los ciudadanos, por cuya libertad y seguridad vela. Y, sin embargo, también tiene a los profesionales como destinatarios, pues son ellos los encargados de su efectividad. Existe, por esta razón, una tensión inmanente al lenguaje jurídico ya que si, por un lado, está dirigido a expertos y se expresa mediante una jerga específica, por otro, es imprescindible que lo comprendan los no especialistas, en tanto titulares de derechos y obligaciones. Esta obra, en la que colaboran juristas y académicos, parte de esa dualidad y analiza sus implicaciones tanto para el funcionamiento en general del ordenamiento jurídico, como para los diversos campos de especialización. |