Con la puntería de un minucioso observador, la contundencia de quien conoce a la perfección los resortes internos del idioma y una fina ironía, Lázaro Carreter examina los artículos que son devorados por centenares de miles de personas, barre los diales de las emisoras donde bullen los asuntos más candentes o las conversaciones más banales, contempla la pantalla de una televisión ante la que cada español recibe diariamente varias horas de palabra hablada, y hace de todo ello un catálogo representativo de los principales vicios y defectos que «adornan» el día a día de los medios. Reconocido con el favor del público y con prestigiosos premios y galardones, El dardo en la palabra es, pues, un aldabonazo que advierte que el idioma es un instrumento vivo. De las formas que tome en su uso diario depende su futuro, que es en gran medida también el nuestro. |