Si bien es cierto, que el valor y la importancia individual depende del compromiso de cada uno con su trabajo y la forma de realizarlo, uno solo no puede luchar contra todo y contra todos; no es menos cierto, que a la hora de calificar por otro u otros las tareas desarrolladas por los celadores todos son medidos del mismo modo, pues en no pocas ocasiones cuando algo no está bien hecho, siempre es culpa del celador, responsable último de todos los desaguisados. La falta de valoración y responsabilidad que se da al trabajo del celador se traduce también en lo mal que cobran. La profesión de celador es como un cajón de sastre y de desastre, todo cabe y todos valen, no se valora suficientemente su preparación, su cualificación ni su valía. Cuando viene alguien que no ha trabajado nunca, todo depende de la predisposición, previsiones y objetivos de aquel que llega, y de las ganas de enseñar y ayudar al nuevo del compañero que le toque en suerte, así como también de su propia manera de entender el trabajo, de su predisposición, de cómo ha entrado; nos podemos encontrar con el activo, el pasota, el negado o el quemado. Esperamos aportar con la actualización de este manual en esta nueva edición nuestro granito de arena para que se vean hechos realidad en un futuro inmediato las necesidades y objetivos propuestos en esta breve introducción, homenaje a mi padre, celador durante toda su vida, el que daba los número |