Me llamo Áxel Faber. Mi padre solía repetirme que levantara la cabeza. Mi madre solía decir que cada hombre ha venido al mundo a luchar una guerra -entendiendo que lo había leído en un calendario. Yo, indudablemente, nunca leí aquel calendario pero lo mismo perdí mi guerra. Fui un traidor, fui traicionado. Fui tiroteado y sufrí además el largo acoso que se depara a los proscritos. Llevo encima las marcas de un disparo, de unos dientes y de un desazón inagotable -por que también perseguí y acosé, también manché la punta de mi bota con la sangre de los hombres y reconozco haber cometido incluso la menor de las vilezas. |