Gerardo ya no espera demasiado de la vida. Recién jubilado y viudo, comienza a colaborar en una oenegé dedicada a asistir a enfermos terminales. En el hospital donde acompaña a Antonio, un empresario desahuciado, conoce a su hija Claudia, que mantiene una confl ictiva relación con su padre. Las atenciones que le dedica Claudia lo encandilan y reavivan deseos y esperanzas. ¿Por qué no?, se pregunta. Ella lo ha utilizado y descubre la razón por la que Antonio sentía miedo de su hija. Fascinado por ella, se ha convertido sin quererlo en cómplice del asesinato del paciente al que debía cuidar. |