La publicación retoma el trabajo de la exposición que se inauguró a fines del año pasado en el Museo de Arte Moderno de Cuenca, hasta ahora la más grande del autor en el país. Esta se gestionó con entidades públicas y treinta coleccionistas privados que prestaron sus obras. El proyecto recoge, además, trabajos adicionales que no han sido exhibidos ni publicados antes. Eduardo Solá Franco. El impulso autobiográfico aporta al ‘redescubrimiento’ de Solá con material que permanece solo en archivos y fija un diálogo constante con sus diarios, que inició a los 19 años, por recomendación de su padre. “El padre intuyó o de veras comprendió, que su hijo, por su carácter y su disidencia, recorrería en soledad ese otro itinerario, que es el siempre limitado periodo de nuestra vida y, añade, porque en el diario podría volcar su yo interior, como descarga natural a los tropiezos y sinsabores de la existencia, a sus contradicciones vitales, al descontento existencial a que su temperamento le conducía, aunque sí, es verdad, además, la alegría por sus triunfos y sus logros, el pasajero contacto con los demás, sus apreciaciones estéticas, su trabajo, los capítulos de su evidente mundanidad, en fin, los episodios de su vida hechos para recordar y para que lo recuerden”, dice Irving Iván Zapater. “El impulso autobiográfico” expone los distintos enfoques de la obra de Solá que, para Kronfle, no estaba “ausente de ideología sino que su ideología era otra. Hasta el final de sus días Solá señaló las penurias que el comunismo causó en el mundo, particularmente porque al vivir en Europa observó de cerca los abusos de los regímenes totalitarios”.
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