La voz que escuchamos en este libro se detuvo en 2012. Han pasado siete años. Todo es lejano, usado e irrecuperable ya. Pero el sentimiento ancla lugares, fechas y personas en la memoria. Nada muere si lo podemos recordar. Nada hiere si conocemos las dimensiones de la herida. (...)Porque hay días, épocas, lugares en que todo es confiscación, desahucio y fuego. Porque las líneas de sombra y los temporales nos atrapan con frecuencia. Porque, algunas veces, el corazón es una caja de muñecas en llamas |