Con un estilo barroco e intimista, Ronderos convierte un pedazo de lino, un botón, una sonrisa y hasta una mano tembleque en una metáfora de la línea difusa que separa la realidad y la fantasía. En cada relato se abre un misterio que indaga y refleja las pasiones y la sensibilidad humanas desde la cotidianidad de seres anodinos. A través de contrastes de imágenes y sonidos con juegos de palabras, la autora logra transformar mundos inhóspitos en universos deslumbrantes. Como un delicado mecanismo de relojería, los relatos van articulando los componentes en partes que funcionan por separado, y que al final se sincronizan a la perfección. |