El que el Derecho penal protege numerosos derechos humanos a través de la tipificación de las conductas que los afectan, resulta una obviedad, pero a veces se pierde de vista que, al mismo tiempo, el respeto a los derechos humanos ha de constituir un límite infranqueable en la intervención del Derecho penal tanto en las conductas que castiga como en las penas a aplicar. Teniendo en cuenta esta paradójica relación entre los derechos humanos y el Derecho penal, en esta obra se desarrolla, entre otros temas, cómo el derecho humano a la propia vida cultural debe actuar como fundamento y límite de la Política Criminal del Estado, o cómo el respeto de los derechos humanos debe estar presente en la ejecución de la pena privativa de libertad y en las sanciones a aplicar a los extranjeros que delinquen |