El presente libro analiza a lo largo de gran parte del siglo XIX, dos cuestiones centrales en la España de la época, la delincuencia y el orden público. Dado que, en gran medida, el orden público se identificó con el mantenimiento del orden político imperante y dada, también, la ausencia de mecanismos legales que permitieran canalizar la discrepancia ideológica -al no estar reconocidos derechos como la libertad de reunión o la de expresión, más allá de la libertad de imprenta-, gran parte de los pronunciamientos, revueltas y alteraciones de las que se trata en este texto tuvieron un trasfondo político. Así puede verse, que desde la invasión francesa de España se pusieron de manifiesto, más allá de la guerra propiamente dicha, dos concepciones distintas del Estado, una ilustrada y otra continuista. Esa dicotomía, lejos de desaparecer al acabar la contienda fue transformándose en una nueva, la del liberalismo frente al absolutismo. Con el correr del tiempo una nueva escisión hará su aparición, dentro del liberalismo, en esta ocasión, que se fracciona en doceañistas y exaltados, mientras, el absolutismo también vio nacer una rama ultraconservadora. Ya a mediados de siglo e instaurado el liberalismo, la división más clara será entre progresismo y moderantismo. A lo largo de todas estas transformaciones ideológicas habrá pronunciamientos y motines por decenas, se aprobarán un sin fin de textos legales con la finalidad de salvaguardar el orden público, se crearán un buen número de cuerpos de seguridad -desde las efímeras milicias hasta la consolidada guardia civil-. Sobre todo ello se ocupa este libro. |