Quienes seguimos poética y vitalmente a Miguel A. Arbola-Barris compartimos ese “mundo poético” en el que se refugia para sobrevivir en ese “otro mundo real” que le es tan hostil. A todos nos sirve su ejemplo hecho versículo. Porque al comunicarnos sin el menor pudor sus obsesiones, nos sitúa ante las nuestras propias y nos ayuda a ser mejores, en una auténtica catarsis poética que nos invita a la introspección reflexiva. Arbola-Barris ha encontrado en la poesía una tabla de salvación de lo humano. Por esos sus versículos tienen alas de eternidad. Esto y no otra cosa es el libro De huesos y de tumbas, un conjunto de 69 poemas –en realidad 75-, elaborados con una exigente perfección formal que encuentra en los más insospechados recursos literarios el cauce expresivo idóneo de su atormentada subjetividad, a la que sostienen, a la vez, sus ansias de inmortalidad, en la más ortodoxa tradición trascendente. |