La conjunción de determinadas circunstancias [como la suavidad meteorológica, el incremento demográfico, la bonanza económica o la mejora de los sistemas de comunicación] generó un escenario favorable, receptivo, a la introducción y el florecimiento del fenómeno urbano en el área cantábrica gallega, edificado sobre un substrato orgánico previo en un medio rural en el que estas nuevas realidades no se integran de forma disruptiva, sino interactuante y retroalimentada. En este sentido, a la altura del siglo XIII, el paisaje urbano de la Mariña de Lugo está completo, mostrándose una instantánea heterogénea de conglomerados costeros e interiores, que se constituyen en instrumentos de vertebración de grandes áreas territoriales, sean las principales rías altas (Ribadeo y Viveiro), que actúan de cordón umbilical entre los medios terrestre y marítimo, de pasarela entre las esferas física y antropogenética, sean los valles fluviales más destacados, con Vilamaior de Mondoñedo y Vilanova de Lourenzá en la cuenca del río Masma y la villa de Castro d’Ouro en la cuenca del río d’Ouro. |