El día 25 de mayo de 1938, cuando el salvaje y cobarde bombardeo de la ciudad de Alicante por los facciosos, hubo un gran trajín de heridos en el hospital. A la hora de la compra, en el mercado central y aledaños, las bombas cayeron indiscriminadamente sobre la indefensa población civil y las casas. Fue una carnicería total. Recuerdo que ese día no había escuela y mi hermana pequeña se quedó conmigo en el hospital. La niña se llevó pinturas y algunos cuentos. Luego comería con nosotros, pues la comida comenzaba a escasear. La dejé en la azotea entretenida y disfrutando del radiante sol de mayo. Hacia las once, subí para ver cómo se encontraba y, cuando le estaba enseñando más o menos por dónde quedaba nuestra casa (calle Pelota), vimos y oímos grandes llamaradas y explosiones en el mismo lugar que se situaba nuestro domicilio. |