Crónica de una infancia no es una autobiografía que se despliegue linealmente en el tiempo y de cuenta de una vida. Es, más bien, una rememoración de los años de infancia y adolescencia del autor, con intensa emoción evocadora. Es constancia de un fragmento de vida que como "polvo de olvido" se reconstruye en memoria compartida en los espacios y paisajes habitados con personajes desconocidos, conocidos y familiares amados, memoria de los inicios de su formación espiritual, musical y académica. Narrada en primera persona, nuestro autor logra dar una atmósfera de época, el aire que respiraban sus contemporáneos, da cuenta de esa función original de la escritura en el contexto de Chignahuapan: la prosa instaura un diálogo entre dos interioridades (la del lector y la del autor) en el ámbito acogedor de una cabaña privada en la Sierra Norte.Que el libro sea un álbum de recuerdos de ningún modo significa que el autor, en la remembranza del pasado no recurra en dos o tres apartados ("Libaneses en el pueblo"; "Memoria compartida", "Rostros Diferentes") a fuentes primarias para recrearlo, reelaborándolo en el presente, pues este recupera esos instantes de una vida en la que tienen todavía de actuales, estableciendo con dicho pasado una experiencia única, un efectivo lazo de interiorización, de socialización.Recorriendo sin prisa el tiempo y los espacios, su caminar aún no termina. Kuri Camacho nos deja ver la memoria de sus recuerdos que habitan su pasado y su presente. Tiempo y memoria, memoria y olvido, se reúnen en esta obra que hoy podemos leer, rememorar y caminar junto al autor. Podemos decir que es el encuentro de vida y mundo, de un fragmento de su vida y de su mundo que es el camino constante de regreso a casa. |