Comencé, poco antes de la muerte de Franco, como colaborador en la agencia Pyresa, donde aprendí que quería ser periodista. Este año cumplo cuarenta años en el oficio. Estuve en Radio Intercontinental de guionista de un programa basura. Radio 80 fue mi primer trabajo serio: tenía mesa, horario sin límite, sueldo exiguo e intermitente, y nada de contrato. Viví dos años en EEUU y a la vuelta, en 1986, trabajé consecutivamente en Expansión, Cinco Días y La Gaceta de los Negocios, tres periódicos económicos de los que salí sin saber economía. En El Sol me hicieron redactor jefe de Internacional y creo que ayudé bastante a hundir el proyecto. En agosto de 1992 me contrató El País. Durante veinte años he sido enviado especial a numerosos conflictos en África, Oriente Próximo y Asia, eso que los exagerados llaman corresponsal de guerra. En noviembre de 2012 me despidieron junto a otros 127 compañeros. No puedo reprochar nada a El País; en ese periódico me hice lo que soy. Ahora pertenezco a la clase social de los emprendedores. Colaboro cada domingo en A vivir que son dos días, de la cadena SER, con Javier del Pino. También escribo en El Periódico de Catalunya, en infoLibre y en eldiario.es. Soy un tipo con suerte.
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