Contagio es una muestra de cómo el cine se nutre tanto de hechos históricos como de rigurosidad científica para crear una ficción en la que perfectamente nos hemos visto reflejados cuando la Organización Mundial de la Salud declaró el 30 de enero de 2020 la emergencia de salud pública de importancia internacional por el brote de un virus, desconocido hasta esa fecha, que causaba una enfermedad respiratoria muy grave y podía producir la muerte a las personas contagiadas en todos los rangos de edad. Comenzábamos a vivir en ese momento nuestra peculiar versión de Contagio. La pandemia sindémica que se presenta en Contagio debe hacernos comprender que debemos tomar decisiones políticas con las que construir una sociedad en la que haya una mayor justicia social. Si se adoptan las políticas adecuadas de salud pública tanto a nivel local como global, si se actúa sobre los condicionantes sociales de la salud, si se disponen de los instrumentos legales adecuados, si existe transparencia en la información, quizás podamos controlar mucho mejor el siguiente brote. Puede que la pandemia llegue a extinguirse ella sola si el ritmo de reproducción es menor a 1 pero que siga encendido el mecanismo de ignición. Si no se desactiva, puede ocurrir que cuando llegue la respuesta biomédica no haya nadie que pueda beneficiarse. Hasta que los gobiernos de los Estados no pongan en marcha políticas y programas para atajar las desigualdades sociales, no estaremos a salvo de otras pandemias. No olvidemos que en las dos décadas que llevamos de siglo XXI ya hemos tenido cuatro brotes de virus respiratorios que nos han puesto en jaque. Esta película nos recuerda algo que la comunidad científica lleva diciendo durante bastante tiempo: el ser humano está empeñado en hacer inhabitable este planeta. Y lo hacemos inhabitable no sólo por cómo estamos alterando el clima y destruyendo del entorno natural, sino que también lo hacemos inhabitable por cómo tratamos a las personas al no respetar los derechos humanos básicos. Continuará? |