A lo largo de las tres décadas transcurridas desde el inicio de las transiciones post-autoritarias, hemos asistido a una mutación en las democracias de la región. La legitimidad electoral es indiscutible y se ha afirmado la voluntad ciudadana como sustento del poder. Ahora se constata un desplazamiento en la vida política. Una ciudadanía informada y vigilante alcanza una presencia contínua en la vida pública: el haber votado por unos u otros no la lleva a depositar una confianza definitiva en quienes gobiernan. La vigilancia, el juicio sobre las decisiones de gobierno, el veto y la autorrepresentación ilustran los rasgos que adquiere una democracia contínua. En algunos países el advenimiento de la democracia y su cambio de fisonomía se asociaron a la instalación de gobiernos reformistas, y en otros, a la emergencia de proyectos fundacionales. Esos nuevos gobiernos han resultado de los cambios ciudadanos mencionados y a la vez han procurado canalizarlos. Los diferentes enfoques compilados en este libro procuran dar cuenta de estas novedades que se presentan para los estudios políticos en América Latina. |