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Con el Che Guevara parece no existir el término medio. Para unos fue una especie de nuevo Jesucristo, heroico guerrillero que dio la vida por sus ideales. Otros, por el contrario, ven en él a un asesino despreciable. La biografÃa de Francisco MartÃnez Hoyos hace una valoración ecuánime de la trayectoria inverosÃmil del argentino, que pasó de ser un médico mediocre a convertirse en una estrella de la revolución cubana. Surge asà ante nosotros un hombre de carne y hueso enfrentado a situaciones muy difÃciles. Era, sin duda, un comunista estricto, enemigo de los privilegios aparejados a todo cargo polÃtico. No exigÃa nada que antes no se exigiera a sà mismo. Pero este afán de coherencia, llevado al lÃmite, se volvió en su contra al convertirle en una figura dogmática, que solo valoraba la amistad de quienes coincidÃan con sus ideas polÃticas. Esta intransigencia fue la raÃz de su fracaso final: no se dio cuenta de que la experiencia de Sierra Maestra, junto a Fidel Castro, resultaba inviable en escenarios tan distintos como el Congo y Bolivia.