A los animales no les es propia la ocupación de ningún lugar natural. Es el tesoro más oculto que nos ofrecen las Ciencias de la vida. No son más propios de la rama de un árbol que del vértice más extremo de una torreta de electricidad. La naturaleza no encuentra su análogo en un espacio doméstico donde cada ser vivo ocupa su lugar. No cabe ecología posible. El mundo en su totalidad deviene de una realidad interespecífica, donde cada especie es un territorio abierto a múltiples conjunciones inesperadas. En este sentido, y no otra es la condición de toda zoopolítica, es necesario cuestionar lasuperposición de un espacio político al margen de la naturaleza, donde nuestra especie se singularice en su relación diferencial respecto a ella, dispositivo antropológico que no deja de asediarnos. La única instalación originaria sucede siempre en relación con las vidas de otros, el suelo donde nos posamos no es lo que separa a una especie de otra, sino el espacio híbrido que las obliga a mezclarse. Es el “sueño dorado” que estos retratos con animal de pensadores contemporáneos pretende exponer |