Del compromiso con el feminismo mi tía y yo nunca habíamos hablado, salvo el año anterior cuando al teléfono le mencioné los escándalos del movimiento Me Too. Sin ninguna inhibición, descargándose como si fuera una ametralladora, lanzó los cartuchos que tenía guardados quién sabe desde cuándo contra el patriarcado, los feminicidios, la discriminación y, una vez desahogada, me explicó con más calma que el feminismo avanzaba a zancadas, no de manera lineal ni continua, de allí sus apariciones inesperadas. El primer gran salto reciente (para no hablar de las brujas, precisó), lo dieron las sufragistas a fines del siglo XIX conquistando el voto. En los sesenta mi generación, la del MLF, logró la igualdad sexual, y hoy día el Me Too de ustedes impedirá que nos sigan matando. Un logro importante. Queda pendiente lo más difícil, me advirtió: transformar el alma masculina hasta que dejen de sentirse amenazados por nosotras. Esa tarea tomará generaciones; pero, cuando ocurra, los hombres al orinar levantarán de manera voluntaria la tapa de WC y, al terminar, volverán a colocarla en su lugar. Ese delicado comportamiento será como un destello de consciencia, de empatía, concluyó. |