Una de las pocas posiciones filosóficas coherentes es la rebelión: la seguridad de un destino aplastante, sin la resignación que debería acompañarlo. Camus habla de los totalitarismos y de la posibilidad de combatirlos mediante la tensión permanente. Ante la asfixiante homogeneidad que se nos impone, existe una alternativa feliz: la posibilidad de encajar el absurdo, entender el desorden y la diversidad como parte y el todo de la vida. Porque todos los Calígulas morirán, pero nosotros todavía estamos vivos. Y la verdad está ahí, en lo que continúa. |