Por encima de todo, en Caleidoscopio Pilar Vega busca plasmar la belleza. A medida que las ruedas del caleidoscopio giran, a medida que las ansias de vivir se intensifican, aparecen colores y patrones que nos fascinan. Y es que, lo bello siempre está ahí; cuando no se ve, es que no ha captado nuestra atención. Como en un caleidoscopio, los poemas funden y transforman los objetos cotidianos convirtiéndolos en paisajes fascinantes: «Paisajes del sueño como arbustos / donde se esconden las fieras». Del mismo modo, nuestros pensamientos también pueden transmutar dependiendo de nuestro carácter y voluntad: «Lo que hay que hacer, la vida cotidiana. / No lamentarse, resistir, aunque las voces oigo / así como llegando desde fuera y dando paso / al cortejo de broncos animales». Todo a nuestro alrededor parece hecho para aturdir, para despistar, nos viene a decir este libro. Por eso, la epifanía que llega a nosotros en la creación estética jamás existiría sin la presencia de la atención. Y es que la realidad es caleidoscópica y la experiencia vital está definida por aquello a lo que elegimos estar atentos. La calidad de la vida no depende de la suerte, ni de la inteligencia; ni siquiera de lo que nos pasa. En realidad depende de cómo queramos ver nuestro alrededor, de si decidimos girar o no la rueda para encontrar una explosión de formas y colores, de magia, sorpresa y arte. |