En Caídas, primera entrega poética de Santiago Alba Rico, nos hallamos ante una obra que es a un tiempo denuncia y elegía, poesía meditativa y visionaria, intimista y social, desbordada y sentenciosa, como si su autor, en su afán por descifrar el misterio de la vida (o por dejarse anegar en él), hubiese querido explorar todas las posibilidades de la palabra. La caída —a veces voluptuosa, a veces desgarrada— se erige así, en su inabarcable polisemia, en destino natural del ser humano, en signo de su paso por la tierra, sin desdeñar la visita a los más secretos infiernos familiares. Pues Caídas, que es una obra capaz de designar el inabarcable dolor del mundo, es también una pugna con los demonios interiores del autor, que halla una suerte de redención final en el bellísimo epílogo en prosa —reconciliación con la madre «que no supo hacerme mejor»— que remata un poemario de palabras siempre en vilo. |