En mayo de 1925, Gerardo Machado ganó las elecciones con la aprobación de casi todos los partidos políticos y de la mayoría de los cubanos. Al asumir el cargo, declaró que “su mayor gloria sería no aspirar de ninguna manera a la reelección”. En los primeros años, su gestión fue exitosa. Dio un poderoso impulso a la economía y aplicó una política arancelaria para estimular la producción nacional. Regeneró la vida pública y luchó por instaurar el orden y los atisbos de progresos. Impulsó un amplio plan de construcciones, cuya realización más destacada fue la Carretera Central. Pero para 1927, había decidido permanecer en el poder, pues estaba convencido de que era imprescindible. Sobornó al Congreso, que le extendió el cargo por dos años y después acordó revisar la Constitución de 1901 para que pudiese gobernar seis años más sin necesidad de reelección. Intimidó al Poder Judicial y se aseguró el apoyo del Ejército. Machado se reeligió en medio de una fuerte recesión económica mundial, que afectó a Cuba, lo que contribuyó a que aumentara el descontento del pueblo y a que se gestase una creciente oposición política. La respuesta del gobernante fue reprimir, torturar y asesinar a todos los que se resistiesen a sus mandatos. |