La mujer suele soportar muchos pesares al subir las escaleras de su propia vida, obligada a transitar por terrenos empinados calzando incómodos tacones.En la década de los cuarenta, lamiéndose aún las heridas de la guerra fratricida, las mujeres estaban atenazadas por las convenciones, limitadas por el silencio impuesto, asustadas por las todavía presentes represalias contra sus familias y viviendo una dualidad vital que agrandaba las distancias entre sus actuaciones, sus decisiones y sus verdaderos sentimientos, que se quedaban encerrados en el sótano del alma. |