Una de las mutaciones más interesantes de la poesía contemporánea tiene que ver con la sustitución del espacio público, de la dimensión social como lugar de mera denuncia. Alta y clara, sí, pero tibia, por más que sus lemas se presten a ser coreados. A la manifestación de las ideas compartidas le sucede el hueso carnoso de lo manifiesto, los cuerpos antes que laspancartas, cuerpos que suscriben lo dicho, que anuncian lo que en ellos se inscribe. Por ese camino de una nueva forma de centralidad política se pasea Laura Rodríguez Díaz (Sevilla, 1998), después de su debut en San Lázaro (Cántico, 2021). |