Estamos ante un poeta que recela del lenguaje, de sus proteicos poderes, de su capacidad para decir y hacer decir cualquier cosa. No sólo en su poesía ha prendido esta reticencia; se ha expresado a menudo en entrevistas, en sus ensayos y diarios, con una lucidez desencantada que no hubiera desagradado a Karl Kraus a quien Cadenas admira. El lenguaje es la vía principal que utiliza la sociedad para perpetuarse en nosotros a través del condicionamiento, sostenía ante José Balza, y El pensamiento ejerce una tiranía absoluta sobre nuestra vida. Desconfianza no amarga, sino fértil anunciadora de una lucidez frágil pero esencial. |