Los poetas conocen, admiran y aman el paisaje, en todo tiempo y lugar. Leyendo sus poemas aprendemos a ver con otra mirada, a descubrir lo que late y vivifica todo paisaje, a gozar gratuitamente de la naturaleza. En el fondo «raptan» el alma del paisaje: escuchan su música, se enamoran del color y la luz que los invade, sienten su historia? y nos entregan un paisaje nuevo de dimensiones ocultas, que se escapan de las miradas rápidas y superficiales. Porque ya no es paisaje físico sino también del alma. Quien lleva un paisaje en el alma admirará, respetará y disfrutará todos aquellos espacios naturales que a lo largo de su vida sea capaz de conocer |